Intentar reconstruirte después, te quema.
¿Y para qué?
Después de romperte
de abrirte las venas en busca de tinta
después de triturarte y mezclarte con ella
después de tanto dolor,
llega el fuego.
Te quema para soldarte
se extiende a través de tus heridas de guerra
hasta alcanzar el epicentro de cada emoción.
Y allí se desata la magia.
Una oleada de llamas y fuegos fatuos
te recorren, no dejan nada a su paso.
Solo cenizas.
Estás vacía.
¿Y ahora qué?
Has sobrevivido al incendio que tú misma creaste.
Y decides volver a caer.
Te gusta el riesgo.
Jugar con fuego
y quemarte.
Amontonas las cenizas
las moldeas.
Tiñes tus yemas de negro
y empiezas a delinear formas en el vacío.
Tu vacío.
Y cuando finalmente acabas de reconstruirte,
soplas.
Dejas que la ceniza vuele hacia un nuevo papel.
Y te rompes.
Quieres volver a arder.
Y ardes.
Nadie te enseñó otra forma de recomponerte
ni quieres aprenderla.
Hoy me he reencontrado con el fuego
y hemos estado jugando con mis quemaduras de primer grado.
y hemos estado jugando con mis quemaduras de primer grado.